sábado, 30 de abril de 2011
joven plantigrado
Él no necesita de toda esa parafernalia para pasar por aquí, y por respeto a ellos no se deben hacer según qué cosas, a él no le afecta por vivir en un mundo humanizado pero hablamos del oso pardo catábrico, un icono de lo salvaje en los montes norteños, señal de pureza, de que estando él no falta nadie, no de Yogy y Bubu, la foto está hecha el mismo día a pie de la cascada.
100 m más arriba
insulto al bosque
Hace años que hice esta ruta, no era como ahora casi una carretera sin asfaltar, pero siempre hubo un acceso a las fincas, lo que es nuevo es el puente para torpes copiado de los que venden en los chinos para el belén. Uno de los principales atractivos del bosque es lo que tiene de primitivo , de aventura, de salvaje. Se protege para que se conserve en la medida de lo posible inalterado. Una senda forma una cicatriz en sí misma, trazada por los muchos pies que hollaron el terreno y por la acción de caminar se hizo el camino. El hombre, en su afán de domesticar lo puro y salvaje, coloca un puente horrendo, un insulto a la vista y al espíritu de aventura que para muchos tendría la mancillada ruta, un reguero siempre se pasó por las piedras, buscándose la vida o descalzo, y quien no sea capaz simplemente es que no es ese su sitio, no debe pasar por ahí, no podemos domesticar la naturaleza para los torpes y los inútiles porque mañana querrán un telefério a Urriellu... si no al tiempo.
scilla
Luces y sombras
Primavera
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